jueves, 21 de mayo de 2015

"Debes ser fuerte, aguanta", te repites. No puedes permitirte ser débil. No puedes dejarte ir. Te obligas a aguantar todo lo que te asusta y te hace sentir triste, todo lo que echas de menos. Te obligas a no pensar, a seguir al pié del cañón a pesar de todo. Pero a veces, el suceso más pequeñito desata la tormenta, y entonces te derrumbas. Te has roto. Lloras, piensas, tienes miedo, recuerdas y añoras. Y sigues llorando. Hasta que vuelves a coger fuerzas y recoges los pedacitos de ti mismo que han quedado esparcidos por ahí. Vuelves a poner en pie las prohibiciones y sigues adelante, tratando de alargar lo más posible el próximo derrumbamiento de la estructura que tanto te cuesta construir día a día. Y vuelves a repetirte la misma frase: "debes ser fuerte... Aguanta..."

jueves, 26 de marzo de 2015


Ella se preguntaba si las cosas habrían sido diferentes de haber descubierto su existencia tiempo atrás. Quizás podrían haber sido buenos amigos. Quizás algo más. O quizás habrían llegado a odiarse como jamás podría imaginar... Pero a día de hoy, y bajo las circunstancias que el destino puso en su camino, la realidad era que ella, en secreto, estaba total e irremediablemente loca por él...

El tiempo avanza inexorablemente, sin poderlo evitar de ninguna forma. Sabes que el momento se acerca, veloz, sin que hayas sido consciente de lo cerca que está todo de acabarse. El miedo, la impotencia, la rabia y el dolor se arremolinan en tu pecho, oprimiéndolo. La frustración es la causa de las lágrimas que tratas de contener, porque derramarlas supondría rendirse ante lo que se avecina, y buscas desesperadamente una solución que no existe, hasta que, agotada, te dejas llevar por ese mar que tenías en tu interior, que derrumba la barrera y arrasa con todo a su paso. 



viernes, 6 de marzo de 2015

"Y prometo olvidar lo que oculto detrás de mis ganas inmensas de verte. Sin poderlo evitar al final se sabrá, porque yo ya no puedo esconder que..."



- Maldita Nerea.

martes, 3 de marzo de 2015


El momento en el que te das cuenta de que te encanta su sonrisa aunque no sea para ti, que el brillo que ilumina sus ojos cuando ríe es suficiente para alegrarte el día aunque él no lo sepa, que el simple hecho de verle feliz hace que te merezca la pena sentir todo eso en silencio, aunque sólo sea para no perturbar su tranquilidad cuando está contigo, ignorando el revuelo que causa en tu interior una sola sonrisa suya. Ese momento en el que te das cuenta de que estarías ahí para él siempre que te lo pidiese, por mucho que te hayas prometido a ti misma que no sería así. Es ese el instante en el que has de ser consciente de que estás totalmente perdida.


Hoy me siento cansada. Dar un solo paso es agotador, pero me veo obligada a seguir caminando. Mi mente muta en remolinos frenéticos en los que veo pasar imágenes y sentimientos que me hacen empequeñecer, sintiéndome diminuta e insignificante ante cualquier posible conjura del cruel destino. El destino... ¿Será cierto que existe? ¿Acaso puede ser que estemos atados a una existencia meramente formal, avanzando a lo largo de nuestra vida por caminos y puntos ya escritos y establecidos previamente? ¿Es posible que realmente sólo seamos marionetas en manos de un oráculo capaz de profetizar nuestro destino? Y, si realmente el destino existe, ¿tenemos nosotros la capacidad de cambiarlo?¿Poseemos los humanos alguna posibilidad de éxito a la hora de luchar contra aquello que ya se encuentra escrito?


miércoles, 11 de febrero de 2015

A mí me va lo complicado. Está intrínseco en mi ADN. Lo común no logra atraerme. Solamente lo que me intriga es capaz de asombrarme, y sólo lo que me asombra es capaz de atraparme. Lo oculto, lo opaco, lo misterioso, regirá siempre el destino de mi vida. Soy consciente de ello y está completamente asumido. No puedo hacer nada para cambiarlo. Pero, sin embargo, no puedo abrazarlo, pues también me doy cuenta de que será precisamente esta atracción la que hará de mi vida un torbellino constante. En mi fuero interno me digo, que ojalá por lo menos merezca la pena.


Le echaré la culpa a los tequilas, le echaré la culpa a los cafés, le echaré la culpa a tus sonrisas a la hora de volver... Créeme, si yo te entiendo, lo que quieres es ser feliz, y hoy, a la sombra del mañana, sólo busco un poco de ti.
Las esferas de mi alma, las canciones de mi ser, te buscan en estas letras y en mis sueños de mujer. Viajo a aquella parada, a aquél rincón del ayer, van mis ojos distraídos, voy echando a correr. Inmersa en mil recuerdos voy buscando algo de paz, no me quedaré en silencio, ya va siendo hora de hablar...
No me preguntes qué tal estoy, porque siempre que alguien hace esa pregunta no espera realmente una respuesta honesta. Te preguntan qué tal, respondes que bien, y entonces nadie se ve obligado a ahondar en el estado real de quien tiene en frente y continúa con su vida. Porque si la gente respondiese con honestidad a esta pregunta, las calles estarían inundadas de lágrimas.