miércoles, 11 de febrero de 2015

No me preguntes qué tal estoy, porque siempre que alguien hace esa pregunta no espera realmente una respuesta honesta. Te preguntan qué tal, respondes que bien, y entonces nadie se ve obligado a ahondar en el estado real de quien tiene en frente y continúa con su vida. Porque si la gente respondiese con honestidad a esta pregunta, las calles estarían inundadas de lágrimas. 

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